"Matar al amor"
Hoy me convierto en asesina. Mato al amor porque así lo decido
deliverada, premeditadamente, con determinación.
Hoy ensucio mis manos, doy la razón a la cobardía y le digo al
posible amor:
- déjate, no duele, no voy a usar ni cuchillos ni pistolas.
El arma: distancia y tiempo. Olvido.
"Vivir el amor"
El hoy de hace dias cambió, poco a poco se fue transformando.
Nunca nada es igual, ni hoy ni ayer ni mañana ni dentro de cinco
minutos. De asesina pasé a salvadora, de la desesperanza a la
esperanza, de la tristeza a una serena alegría.
Nada ha cambiado fuera, todo ha cambiado dentro.
Me salvo a mi misma, me espero a mi misma, me alegro conmigo misma
y de tanto "conmigo misma":
- joder, deja de mirarte el ombligo, que hartazón!
- es mi ombligo y lo miro cuanto quiero, vale??.
El ombligo me conecta con mi centro, con el nacimiento de las
emociones, con la tierra. Es un sol en el vientre que me ancla a la
realidad y desde el que puedo irradiar hacia dentro y hacia fuera. Si
no hay ombligo no hay Vera, hay un ser perdido que no sabe ni de
donde viene ni a donde va.
- Pero vamos a ver, ¿como puedes ser tan prepotente y creer saber a
donde vas?
- Valeeee, claro que no lo sé. Corrijo entonces...
Si no hay ombligo no hay Vera, hay un ser perdido que no sabe de
donde viene ni intuye a donde va.
Intuir... hacerlo genera certezas, pero la lógica no lo permite,
llega con su bisturí y su microscopio y las disecciona, las
desbarata, las dispersa en millones de teorías opuestas o
complementarias, pero son millones, demasiadas teorías, demasiadas
posibilidades y caminos cuando en realidad solo podemos elegir
uno!!!. Fuera la razón, no me vale, no ahora. ¿Entonces que?, ¿la
sinrazón? ¿el caos?. No, la emoción.
La emoción es un caballo salvaje con el que solemos cometer dos
errores:
1- Tratar de domesticarlo.
2- Montarnos encima y pretender que vaya por el camino que
fijemos.
Decisiones:
1- Me niego a domesticar a mi emoción o sentimientos. Al tratar
de hacerlo pierdo toneladas de energía y voy contra su naturaleza.
2- Si cabalgo en la emoción, la dejo que vaya por donde quiera,
libre. Eso sí, me bajo cuando me apetezca.
Tal vez lo ideal sea compartir emociones, que haya un "feedback",
un sentirse correspondido y alimentado, pero cuando eso no sucede hay
una opción maravillosa: sentirse gozoso por TODO ESO que se está
sintiendo, sentirse recipiente de amor perfecto en si mismo, perfecto
el contenido, perfecto el continente. Si se logra desde ese lugar que no
es la mente, se entra en un estado de brillante calma y dulzura, y ya
no importa nada de lo que fuera suceda. Los caminos se abren.
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