Fue como una estrella fugaz, veloz, sorprendente, hermosa,
un regalo del cielo inquietante, confuso, activador.
Cada vez que le veía, duraba en mi mirada unos instantes y
luego desaparecía dejando un resplandor de fuego y mi cuerpo en llamas.
Pero la oscuridad regresaba y yo buscaba en la noche
esperando volver a sentir el reflejo de su brillo en mis ojos. Aparecía y
desaparecía en un destello- vacío constante, intermitente, impredecible,
agitado, magnético.
Fue como un juego de azar, como una ruleta que contemplaba
absorta tratando de adivinar qué número saldría para ese día, para esa semana o
simplemente si habría próximo número. Vueltas y más vueltas, 1 rojo, 5 negro,
28, 33, 14… el mismo círculo.
Desapareció de la misma manera que había aparecido,
súbitamente en un último destello, y lo que ahora queda es sensación de
irrealidad, de algo que no sé si sucedió, soñé, inventé o imaginé.
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